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viernes, 29 de noviembre de 2013

DERECHOS HUMANOS CONDENA A SENEGALESES AL TRABAJO EN NEGRO


Gafas de sol, gorras con visera recta, relojes y bijouterie. Todos tienen la misma mercadería. Al mismo valor. Se instalaron a lo largo y a lo ancho del país. Trabajan de sol a sol por las calles de las grandes ciudades. Subsisten. Apenas les alcanza para pagar la pensión y la comida. Viven hacinados. También discriminados. Cada vez arriban más vendedores ambulantes de Senegal, Nigeria, Sierra Leona, Ghana y Liberia.
Casi no hablan el castellano, pero sí el inglés y algunos el francés. En África debieron soportar persecuciones políticas, religiosas y hambre, por eso huyeron de aquel torbellino social. Uno de los principales destinos elegidos fue y sigue siendo Argentina, donde encuentran la posibilidad de obtener un refugio y comida. Aunque en estas tierras vuelven a quedar en medio de disputas, la muerte no está al acecho.

Detrás del drama de la inmigración de los jóvenes africanos surgen más dudas que certezas: ¿Qué rol debe cumplir el Estado? ¿Hay alguien que les provee los productos? ¿A cambio de qué? ¿Por qué es una inmigración que no tiene mujeres ni chicos?

Legalizando lo ilegal

A pesar de que nuestro país adhirió a la convención de Ginebra, asumiendo compromisos internacionales en materia de protección a refugiados, hay graves falencias en la inserción social de quienes escapan de su país y recalan en Argentina.

Un caso puntual es lo que sucedió en La Plata: agentes municipales, semanas atrás, intentaron decomisar la mercadería que jóvenes africanos ofrecían a transeúntes en el microcentro.”Cumplimos nuestro trabajo, de combatir la venta ilegal, sean de donde sean las personas”, reconoció uno de ellos. Los inmigrantes se negaron, lo que derivó en una batalla campal. Luego de los disturbios, ambas partes realizaron denuncias en la UFI Nº 4.

A partir de entonces, nada cambió. Los africanos siguen realizando su vulnerable actividad, tratando de subsistir, discriminados y sin derechos laborales. Por su parte, los agentes de Control Urbano no pueden llevar a cabo su trabajo, porque desde la Defensoría del Pueblo les otorgan un recurso de amparo a los vendedores ambulantes para la libertad laboral. Carlos Bonicatto no hace más que legalizar lo ilegal, en vez de incluir y darle un trabajo digno a este sector.

Con un discurso progre, a favor de los derechos humanos, Bonicatto y su equipo lo único que logran es seguir excluyendo a los jóvenes africanos, que solo buscan un futuro mejor. Las palabras muchas veces suenan mejor, pero lo que valen son los hechos.
Un refugiado senegalés, contó que "lo primero que se necesita es un tratamiento psicológico y después una asistencia adecuada para insertarse a la sociedad". A pesar de los tratados, manifiesta que "en Argentina no se cumple con nada de eso, no hay ninguna ayuda estatal, absolutamente de nada”.

¿Hay alguien detrás de este negocio?

Todos tienen la misma mercadería y al mismo precio, lo que en varios despierta sospechas. Hasta ahora nadie pudo dar precisiones sobre quién recluta inmigrantes africanos y los hace trabajar, tanto en las calles platenses como en las grandes ciudades del país.

Nengumbi Celestín Sakuma, presidente del IARPIDI (Instituto Argentina para la Igualdad, Diversidad e Integración), explicó que todo es más improvisado de lo que parece: "Llegan totalmente solos y tratan de encontrar gente de su comunidad. Muchos son profesionales, pero enseguida se dan cuenta que no van a conseguir un trabajo calificado, por lo que invierten en mercadería y salen a vender".

Sakuma negó a la existencia de irregularidades en el comercio "valijero". Cree que son mitos que con el tiempo se fueron creando en el imaginario popular. Y aseguró: "No hay mafias".
(fuente: http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2013_11_29&id=39800&id_tiponota=11 )